Let's set the world on fire (Barbara)

El moreno separó con tranquilidad el filtro del cigarrillo de sus labios cuando escuchó la presencia de la rubia en el salón, al parecer ella no pensaba mediar palabra, sí que era orgullosa. Se levantó con la botella en una mano y el cigarrillo casi acabado en la otra, dio un trago sintiendo el agradable ardor bajando por su garganta y se acercó a donde estaba Barbara. -Espero que no estés enfadada, sólo pretendía mostrarte que aquí no todo es tan fácil como parece y tendrás que currártelo para ser una más. - Esbozó una sonrisa dispuesto a ayudarla. -Pero yo soy una buena carta de presentación.-

La vio desanimada, y al acercarse notó que el maquillaje de la chica ya no estaba donde debía estar sino que había resbalado un poco por su mejilla, hasta un punto en el que había sido cortado. ¿Una lágrima? Uh, aquello pintaba mal. Se colocó al lado de su compañera, pasó un brazo por encima de su hombro y puso su rostro a la altura del de ella, a escasos centímetros. -Escucha, no sé lo que has pasado o no antes de venir aquí, no sé cómo de dura ha sido tu vida ni mucho menos pretendia decir que la mía lo ha sido más, pero si quieres hablar o llorar o hacer guerras de comida, soy todo tuyo.- Sonrió para animarla y dejó la botella encima de la mesa, no con intención de indirecta pero ahora que lo pensaba, no le vendría mal invitarla a un trago, que las penas se olvidan bebiendo, no comiendo.

Negó al escuchar su agradecimiento como dejando claro que no hacía falta, acabó el cigarrillo de una calada y lo apagó lanzándolo al fregadero; ya después lo recogería de ahí (aunque sabía que probablemente fuera Barbara quien lo quitara de enmedio). Entendía lo que ella decía, a la perfección, y se lo hizo saber. -Yo viví eso mismo hace bastantes años, pero lo más importante para perder todo el miedo, son las ganas de comerte el mundo-. No era el mejor dando consejos, pero era algo que él mismo había experimentado y quizá podría ayudarla. Si tenías miedo de fracasar, fracasarías.

Vio la mirada de la rubia a la botella y sonrió, casi la miraba con anhelo; se sentó sobre la mesa y empujó la botella hacia ella. -Toda tuya; tengo más. Podemos trasladar la fiesta a casa, si no te apetece salir- Dijo casi como leyendola el pensamiento, al fin y al cabo el mayor interés de Ian era que la chica bajara esa guardia constante y ese orgullo que apisonaba, y lo más probable era que con un par de copas consiguiera que se debilitara un poco su fachada. O eso esperaba, ya que él había cambiado por ella en apenas unas horas, podría ella tener un detalle con el moreno tomando más de la cuenta. Aunque no sabía muy bien por qué, tenía la sensación de que si acababan borrachos podría pasar algo de lo que se pudieran arrepentir, algo que podían aborrecer tanto como lo deseaban; eso mismo en lo que se basaba su relación, la bipolaridad, tanto amor como odio por partes iguales, el amor un poco más escondido, pero no tan escondido como para que una botella no pudiera sacarlo un poco a flote.

Asintió agradado al escuchar la respuesta de la chica, así le gustaba, que no dudara ni un momento de qué era lo que más le convenía hacer, en esa ciudad tan agradable pero que podía ser tan arisca a veces. Justo como ellos dos. Cuando ella volvió a hablar se encogió de hombros divertido, -Bueno, eso espero, no sería divertido tener un alma en pena vagando por el departamento- Rodó los ojos antes de dar otro trago de whisky. -Seguramente ahuyentarías a quienes traiga aquí, y no quieres eso, ¿verdad?-. Rió divertido, sabía que la respuesta habría sido afirmativa si es que la rubia se dignaba a contestar.

Miró con un ligero asombro la rapidez y decisión con las que Barbara llenaba su vaso, previendo una noche más que divertida. Él, menos mal, bebía alcohol como si fuera agua, de tanta costumbre tenía ya un aguante envidiable, pero suponía que Barbie no se había criado precisamente en un entorno que propiciara las fiesas y emborracharse, ella misma lo había aclarado, tanta vigilancia apenas sí le habia permitido divertirse. Llevándose la botella con él, fue hasta el centro del salón y buscó un poco con la mirada, encontrando finalmente el equipo de música. No tenía ningún CD dentro ni sabía si él tenia en su habitación, pero de todas formas pulsó el botón de encendido, salió una radio en la que afortunadamente ponían algo de música. Era animada; al menos no les había tocado algo que contribuyera a la depresión del momento, esa que el moreno trataba de eliminar con un par de sonrisas.

Una sonrisa cruzó el rostro del moreno, al ver cómo la situación mejoraba rápida y visiblemente. Puso los ojos en blanco ante la espléndida demostración de la chica de que ella también estaba dispuesta a traer a gente a casa, copiando la frase que había usado el chico. -Bien, no queremos depresiones en esta casa.- Dijo cual profesor que regañaba a su alumna. Parecía que ella estaba decidida a desfasarse y pasarlo lo mejor posible, él se encargaría de que así fuera llevándola a los mejores lugares del centro de L.A., donde de seguro se encontraba diversión, gente que se volvía loca y por supuesto, alguno que otro que se había pasado con las copas.

Al parecer esto último no era el miedo de la rubia, que terminaba en ese momento su vaso de un trago, lo había acabado en pocos minutos; si seguía así la noche prometía. Escuchó cómo la música cambiaba, la canición que sonaba ahora era Strangers in the night, Ian rió antes de dar un trago a la botella y dejarla en la mesa. -Uuuh...- Extendió una mano hacia donde estaba Barbara. -¿Bailas?-. Él no sabía bailar muy bien bailes de salón ni nada por el estilo, pero se defendía lo suficiente como para haber salido airoso de los bailes de primavera en el instituto. El caso ahora era hacer un poco el tonto, no marcarse un deslumbrante vals, pero era divertido que tras tanta pelea el moreno la pusiera en la situación de bailar una canción lenta junto a él.

Había sido una buena idea sacar la botella, aunque en principio había sido para calmar los ánimos de él tras la especie de discusión que habían tenido, al final iban a convertir aquello en una fiesta. Comenzaban a sentirse más embriagados por el líquido que cada cierto tiempo quemaba sus gargantas bajando hasta su estómago para pasar a su sangre casi al momento; dejando de percibir absolutamente todos los detalles de la habitación o las cosas que pasaban. Por ejemplo, no parecian encontrar extraño que quienes habian estado a punto de echarse de casa mutuamente unos minutos antes, ahora se colocaran juntos para bailar.

Sintió la mano de la rubia en la suya, la sujetó y luego vio como ella posaba la mano con elegancia en el hombro del moreno, parecía tener experiencia (probablemente mas que el). Ian deslizó una mano hasta la cintura de Barbara, aparentemente completamente libre de malas intenciones, aunque él no podía vivir sin eso. -Creo que nos merecemos un premio por llevar tanto tiempo sin gritarnos-. Dijo cuando comenzaron a moverse al ritmo de la oscura voz de Frank Sinatra, que llenaba la habitación y casi movía por inercia los cuerpos de la joven pareja.

Tener el alcohol en su sistema no le causaba ni una milésima parte de la sensación que tenía por tener delante a la escultural chica, moviéndose al mismo ritmo al que lo hacía el, el que les marcaba la canción que la bendita emisora de radio había puesto de fondo, casi se podría decir que especialmente para ellos. Les separaban muy pocos centímetros, y el corazón de él aceleró lo mismo que había hecho cuando un rato antes la había tomado por la cintura, esa vez de broma, pero la distancia que se interponía ahora de ellos, el moreno estaba seguro, tenía muy poca intención de picarla como había hecho antes. La canción iba casi desapareciendo, aunque seguía sonando para ellos no tenía más importancia, seguían allí, parados uno junto al otro, sujetándose con suavidad.

La picardía del moreno salió rápidamente a relucir ante aquella pregunta de la chica, separó la mano de la cintura de ella (manteniendo la otra sujeta a la suya) y alzó un dedo entre sus rostros. -No me provoques, que luego te arrepentirás de haber recibido el premio y me echarás la culpa de todo-. Dijo mientras sonreía de medio lado, satisfecho por completo de que la conversación hubiera tomado ese cariz y no sólo eso, sino de que la propia Barbara hubiera sido quien sacaba a relucir las segundas intenciones en sus palabras. O al menos él lo había entendido así, seguramente era lo que ambos deseaban entender. Pero tanta provocación por parte de la rubia, su mirada frente a la de él, los dientes presionando suavemente sus labios como para hacerlos más deseables... No dejaría que ella monopolizara todo aquello; todo el mundo sabe que estas cosas son un juego de dos.

Si el sarcasmo y las dobles intenciones no protagonizaban cada intervención en sus conversaciones, no habrían sido ellos. No habría existido ese amor/odio, esa sensación de confusión, de querer gritarla y besarla a la vez. Aunque en ese momento, el odio estaba más que oculto, se lo habían llevado los gritos y los portazos de hacía un rato, dejando solo un ambiente caldeado pero no en un mal sentido, precisamente. Vio cómo ella se separaba y dejó caer la mano que había estado sujetando la de la rubia, también el dedo que había separado sus rostros por un momento. La tensión sexual más bien poco resuelta se desvaneció ligeramente cuando la chica se fue al sofá, aunque eso siempre estaría presente entre ellos.

-Ahá, ¿es eso lo que quieres de premio? Toma la botella entera s quieres, pero no sé, quizá no sea suficiente.- La picardía era una nota importante en su voz, el moreno mientras tomaba la botella de sus manos para dar un trago, se la volvía a dejar antes de levantarle las piernas sin ninguna dificultad para sentarse donde las había dejado apoyadas. No quería dejarla incómoda, de modo que volvió a tomar las piernas y las posó sobre su regazo, de manera que ella estuviese en la misma postura que antes, a excepción de que ahora el "sofá" eran las piernas de Ian. Rió ante la mueca de Barbara, seguramente por la agresividad del alcohol rozando directamente su garganta. -Las Barbies no están hechas para tomar a palo seco, eh-.

-Quizás tu podrías darme algo especial – la voz de la rubia dejaba claro que aquello era en doble sentido, pero teniendo tanto alcohol, en tan poco tiempo dentro del cuerpo, no le importaba en lo mas mínimo, y en realidad, estando sobria seguiría pensando lo mismo, la diferencia es que jamás se atrevería a decirlo. El alcohol no solo era un inhibidor, sino un quiebre en su orgullo haciendo caer las defensas que este había estado construyendo, armando una coraza en la británica. Él se sentó a su lado acomodando sus piernas sobre el regazo, pero ella no estaba tan cómoda en esa posición, así que se giró, dejando la cabeza sobre las piernas del moreno dándole, sin intención de hacerlo, una mejor vista de su escote – de aquí te veo mejor – sonrió sin saber que quien en realidad veía mejor era el oji azul - ¿Con que eso es lo que piensas, eh? – para demostrarle que no era verdad, levantó un poco la cabeza para beber directamente de la botella haciendo que se derramara un poco por su cuello bajando hasta el nacimiento de sus senos.

El moreno sonrió de lado , encantado por la manera de provocarle que tenía ahora la rubia, puso los pies sobre la mesa central del salón y la miró, aún tumbada frente a él. -Todo lo que pueda darte yo es especial, nena.- Dio vueltas al mechero que había tenido en el bolsillo, ahora entre sus dedos que jugaban con él. -Y si me lo pides así, puedo darte lo que quieras-. Recordó sin poder evitarlo cómo ella había dicho antes que no creía que él fuera capaz de darle todo el descontrol que ella necesitaba en esos momentos, o algo así. Ian dudaba que esa afirmación fuera cierta.

Seguramente cuando la rubia se acomodó de nuevo no pensó en las vistas que estaba dando, o quizá sí y lo había hecho precisamente por eso. De todas formas, silbó para hacerlo notar. -Creo que eres mejor que la Barbie, definitivamente.- Asintió divertido ante la afirmación de ella, dudaba que tubiera buenas vistas; o al menos no lo serían tanto como las de él. Miró atentamente todo el recorrido del líquido dorado, deteniéndose en sus labios y que luego escapaba de ellos, llamando la atención mientras rodaba por el cuello de Barbara hasta su escote. Le estaba llamando a gritos con aquello, y él lo sabía, pero no conseguiría tan fácilmente que se agachara a recoger con su lengua lo que había caído y que luego, oh, casualmente, se encontrara con sus labios. Pero sí deslizó un dedo avieso por el recorrido del alcohol, parándose ante el nacimiento de los senos de ella con una caricia suave, luego se llevó el dedo a los labios; negó como para dar a entender que aquello no era suficiente y tomó la botella de manos de la rubia, dando otro trago.

No había necesidad de ocultar nada, ambos se conocían y sabían perfectamente lo que iban a conseguir de seguir así; también sabían que seguirían así. No tenía remedio, nunca lo había tenido. Escuchó las palabras de la rubia, el susurro que le pedía que se desatara, probablemente al día siguiente ella querría matarlo, o echarlo de casa, entre la resaca y los remordimientos, pero quizá para entonces habría llegado ya la otra compañera de piso y eso la frenaría un poco. Y bueno, tampoco le importaba demasiado lo que pudiese pasar mañana, ahora mismo solo pensaba en lo que tenía delante de él y lo que se les avecinaba. El comentario provocador de la chca le hizo reir y, aunque esta se había sentado a su lado, con pasmosa facilidad la tomó de las caderas colocándola sentada sobre él. Bonita postura, se dedicó a pensar su mente sin mucho control por parte del moreno. -Ah no? Tendrás que sorprenderme entonces, y te aseguro que no es fácil-. Dijo fingiendo estar convencido de sus palabras aunque estaba seguro de que Barbara conseguiría sorprenderle con cada gesto que hiciera. Sintió los labios de ella sobre la barbilla, luego la maldijo por separarse, le arrebató la botella de las manos dejándola entre ellos. Segundos después, consideró que molestaba, la apartó y sus labios fueron directos a besar los de la rubia. Un beso con tanto sabor a whisky como a sentimientos que llevaban guardando desde que se habían conocido.